miércoles, 22 de septiembre de 2010

EL BOMBARDEO DE CHORRILLOS

Por: Juan Carlos Flórez Granda

En la historia de la pasada guerra declarada por Chile en 1879 existen varias acciones que merecen siempre ser recordadas, sobre todo cuando éstas, por más pequeñas que sean, se engrandecen frente a la superioridad bélica del enemigo. Es el caso del bombardeo que sufrió el pueblo de Chorrillos el 22 de setiembre de 1880 por parte del blindado chileno “Cochrane” armado con 6 cañones de 250 libras y de unos cuantos cañones de campaña peruanos de bajo calibre que hicieron retroceder al enemigo para ponerse a buen recaudo e intentar infructuosamente lograr su objetivo.

Historia.-

El 13 de setiembre de 1880 la goleta chilena “Covadonga” se fue a pique en el intento de subir una barcaza que estaba anclada frente a la costa de Chancay. El móvil fue atraer la atención del comandante de este buque, Pablo de Ferrari, como efectivamente se logró, e ignorando este una orden general emitida a toda la escuadra enemiga donde se indicaba que “el buque de guardia no reconocerá ninguna embarcación sin permiso del buque insignia, i si encontrase alguna sospechosa la traerá, sin aclararla, al costado del buque Almirante i a distancia de dos cumplidos de buque” , acercó la presa después de varios intentos fallidos por destruirla, ordenando subirla después de hacerla revisar.


El resultado de esta acción fue la activación de un mecanismo explosivo ideado por los peruanos Manuel Cuadros y Constantino Negreiros, abriendo un forado en la nave chilena hundiéndola casi instantáneamente, ahogándose su comandante y parte de la tripulación.

A raíz de este incidente, en comunicado de fecha 21 de setiembre de 1880, el comandante en jefe de la Escuadra chilena, Galvariño Riveros, emitió un ultimátum al jefe político y militar del Callao:

“…Con motivo de la alevosa celada que ha ocasionado la pérdida de la goleta Covadonga en el puerto de Chancai, he recibido instrucciones de mi gobierno para bombardear los puertos de Chorrillos, Ancon i Chancai, si en el término de veinticuatro horas el gobierno del Perú no ha entregado a esta Escuadra la corbeta Unión i el transporte Rimac.


Lo que pido a US. Para los fines consiguientes, previniéndole que si mañana 22 del corriente, a las 12m. no me han sido entregados los citados buques Union i Rimac, se llevará a cabo el bombardeo de los puertos arriba mencionados, sin otra prevención…”


La respuesta peruana fue contundente:

“…Callao, setiembre 21 de 1880.

Señor jefe de las fuerzas navales de Chile,
presentes en este puerto.

Señor:

Acuso a V.S. recibo de su nota de la fecha.
Mi gobierno, en cuyo conocimiento puse el contenido de su citada comunicación, es de sentir, que teniendo V.S. al frente i en las mismas aguas a los buques peruanos Union i Rimac, puede V.S. venir a tomarlos, si le acomoda; i que el bombardeo de poblaciones indefensas como Chorrillos, Ancon i Chancai, es digno de la manera como Chile hace la guerra; sin que esto pueda tomarle al Perú de nuevo, pues se ha hecho ya fuego sobre Ancon, i Chancay fue bombardeado diariamente, antes de la destrucción de la Covadonga.

El hundimiento de esta nave, llamado por V.S., alevosa celada, no ha sido mas que la condigna pena que reciben los salteadores en mar i en tierra: ser castigado por su propio crimen.

Queda de esta manera contestada la vergonzosa intimación de V.S., estrañando de mi parte, que debiendo conocer los quilates del noble corazón peruano, se haya avanzado a suponer que pudiera pasar por tan indigna propuesta.

De las naciones civilizadas i grandes en carácter, es luchar con lealtad, i no ensayar su saña con poblaciones desarmadas.


Honroso sería para V.S. avanzar sobre las fortalezas de esta plaza, i no hacer el simple papel de espectador, en el largo espacio de cinco meses trascurridos desde el establecimiento del bloqueo.

Dios guarde a V.S.

L.G. Astete…”



Teniendo la posición peruana, se improvisó artillar el perímetro Morro Solar de Chorrillos con baterías rodantes compuestas de alrededor de 6 cañones, entre ellos cañones Vavasseur. Igualmente en Barranco se hicieron los preparativos.


Cabe destacar que en la relación oficial de jefes, oficiales y tropa de la batería de Barranco se puede apreciar la participación oficial de 4 mujeres entre la nómina de artilleros. Sus nombres: Guadalupe Preciado, Mercedes Alegre, Rosario Avalos y Carmen Zapata. Sin duda esto marca un hito en la participación femenina en la historia militar del Perú.

El bombardeo.-

El día 22 de Setiembre el blindado chileno “Lord Cochrane” zarpa del fondeadero de la isla San Lorenzo en dirección al puerto de Chorrillos para proceder al bombardeo pactado por Chile a las 12 de mediodía. El buque iba artillado con 6 cañones de 250 libras, 3 en cada banda y se sitúa frente a la bahía.


Una crónica de lo sucedido escrita por el Sr. Julio Octavio Reyes publicada en “La Opinión Nacional” nos da luces de cómo la población miraba este suceso:

“…Mucha gente principiaba a invadir las alturas, especialmente las inmediaciones del Salto del Fraile.
Algunos han cometido la imprudencia de quedarse en la ciudad.
En muchas de las propiedades neutrales se ven sus respectivas banderas.
La autoridad de policía, el comisario, señor comandante Tirado, recorre a caballo la población.

El Cochrane, mientras tanto, se aguanta mui afuera i frente a la caleta que se halla al costado del Salto del Fraile, i el Tolten a unos 80 metros de la punta Sur hácia Chorrillos.


Momentos ántes ambos buques habían cruzado, tanto frente a la población como por el lado Sur, como estudiando el fondeadero i la bahía, pero siempre a una gran distancia.

Son las 12 m. i se oye un disparo de cañón hecho en el Callao, i es sin duda por el buque almirante chileno, porque el Cochrane y el Tolten principian a moverse, aunque mui lentamente.

El último se abre hacia el Noroeste i el primero avanza hacia la caleta que se encuentra entre el Salto del Fraile i la punta de Chira.

Ha pasado un cuarto de hora y el Cochrane, aumentando su andar avanza siempre en la misma dirección.

Se encuentra ya tan cerca de nosotros, que desde la altura en que nos encontramos vemos a simple vista sus tripulantes sobre cubierta, corriendo de un lado a otro.

Parece que su objeto no es otro que virar después para doblar el Salto del Fraile, avanzar al centro del fondeadero hasta colocarse frente a la población i romper desde allí sus fuegos.

Son las 12.23pm. i el Cochrane ha roto sus fuegos, no sobre la población.

El proyectil ha caído a unos cinco o seis metros frente a nosotros. La nube de tierra que ha levantado nos ha cubierto por completo, lo mismo que a 10 o 12 personas que se encuentran a nuestro lado.

Unos muchachos empleados de nuestro diario quedan sin vista por el momento por la cantidad de tierra que les ha cubierto los ojos, i nosotros, agazapados i cubiertos por la tierra, aguardábamos el estallido de la bomba, pero por fortuna éste no tuvo lugar.
Como el mogote o lomada en que cayó era de una tierra fofa, de la calidad de la arena, no encontró resistencia el proyectil y no estalló.


Después de los primeros instantes de tribulación, aquello presentaba un cuadro originalísimo: uno buscaba un bastón, otro el sombrero, una pobre mujer del pueblo su manto, i otros bajaban mientras subían otros, porque no se creían seguros.

Las mismas carillas en que teníamos nuestros apuntes sobre las evoluciones de los buques enemigos, junto con el lápiz, las encontramos cubiertas por la tierra.

Los chilenos principiaron, pues, su bombardeo, haciendo fuego sobre un grupo de ciudadanos indefensos. I no se crea tampoco que trataron de hacer fuego por elevación, porque en tal caso se hubieran retirado mucho mas i el proyectil habria sido lanzado por mayor altura. No hubo, pues, otra cosa que un acto de refinada perversidad, propio de esa canalla.


Minutos después, el blindado continuó haciendo fuego sobre el Morro i otras veces a la ciudad por elevación.

Después de hacer fuego, jeneralmente enfilado, daba su máquina atrás i otras viraba para descargar las baterías de sus costados, dejando salir a veces hasta dos proyectiles casi simultáneos.

También se colocó por mucho rato en la punta Norte de Chira, i desde allí hacía fuego sobre el Salto del Fraile.


El Tolten, después de cada disparo del Cochrane le hacía a este señales, manifestándole sin duda donde caían sus proyectiles, pues se veía que en seguida los rectificaba.


A las 2:34pm. el Cochrane hizo su último disparo i continuó su viaje al Callao a contarle sin duda a su Almirante que lo de Chorrillos no es tan suave como lo pensaban.

¡Qué decepcionados van a quedar en Chile cuando sepan que Chorrillos, lejos de estar reducido a cenizas, ha contenido a su poderoso blindado!.


Concluyamos felicitando a S.E. el Jefe Supremo de la República.


Nuestras felicitaciones se hacen también estensivas al señor Secretario de Marina, que durante el combate permaneció en el Morro..

Como seis u ocho proyectiles del Cochrane fueron recojidos hoy aquí. Como se sabe, son del calibre de 300 i bastante largos…”


Se utilizaron en total 84 granadas disparándose a una distancia variable entre 3500 y 4000 metros de la costa. Según el parte chileno del comandante Juan José Latorre , solo 13 proyectiles impactaron en la ciudad sin mayores daños y los restantes se perdieron en el mar, como narra el parte peruano, y/o se activaron en el Morro.
 
Proyectil Armstrong de 250lb del blindado "Cochrane" antes de su
restauración.
Rescatado por el autor en el 2005 y registrado en el INC.
R.N.No.: 0000087951

Este combate de costa puede considerarse un triunfo para el Perú porque, a pesar de la superioridad chilena, teniendo cañones de 250 libras, frente a cañones de campaña de mucho menor calibre, fuera de no acertar ni lograr el objetivo deseado por el alto mando chileno, la pequeña fuerza peruana respondió con eficacia logrando impactar al blindado chileno y haciéndolo retroceder. Una semana más tarde, el 30 de setiembre de 1880, se inauguraría en la cima del cerro “Salto del Fraile”, la batería “Mártir Olaya” en honor al prócer chorrillano.

A 130 años, rescatamos del olvido este hecho de armas que sirve de ejemplo a las futuras generaciones, mereciendo ser recordado cada año porque representa el inicio de la defensa chorrillana con la participación conjunta de todos sus habitantes en el marco de la guerra que Chile nos declaró en 1879.

miércoles, 26 de mayo de 2010

LA ULTIMA RESISTENCIA. La batalla en el Morro Solar de Chorrillos el 13 de enero de 1881.



Después de poco más de 5 años de investigación publico este libro en coautoría con el Sr. Ernesto Linares que trata sobre las baterías de costa del Morro Solar y su participación en la batalla de San Juan.
El Libro presenta una reseña histórica y geográfica, complementada con datos técnicos del armamento utilizado por peruanos y chilenos, mapas de ubicación, fotos reveladoras, relatos de sobrevivientes, documentos que sustentan la participación de los artilleros y biografías de combatientes.
Sin duda el trabajo más completo y específico que se ha escrito hasta ahora sobre las baterías de costa del Morro Solar.
Este libro sale a la luz gracias al apoyo del Sr. José Carlos Juárez que inaugura “una serie de futuras publicaciones que contribuyan a enriquecer nuestra visión de sociedad y fortalecer los compromisos que todos debemos tener con nuestra patria”
Los interesados en el precio y cantidad de ejemplares pueden escribirme a:

Juan Carlos Flórez Granda

jueves, 4 de febrero de 2010

Testimonio del Combate de Angamos.

Mucho se ha escrito sobre Miguel Grau y su heróica hazaña de mantener en jaque a toda la escuadra chilena durante 6 meses utilizando solo un pequeño blindado fabricado en los artilleros de la casa  Laird & Brothers, en el año 1864.  La historia legendaria del "Huáscar" y su recordación se le debe a dos de sus comandantes: Luís Germán Astete quien el 29 de mayo 1877 se enfrentó a los navíos ingleses "Shah" y "Amethyst", en el denominado "Combate de Pacocha", sacando a relucir la gran maniobrabilidad del buque, y Miguel Grau Seminario durante la campaña naval de 1879 hasta el combate de Angamos, contra la escuadra chilena.

El "Huáscar", ya en manos chilenas careció de un comandante con suficiente brío para emular la pericia de estos dos grandes marinos peruanos, sobre todo con Miguel Grau. Una vez muerto, la tripulación actuó a la medida de las circunstancias con comprobado heroísmo hasta que ya no pudieron hacer nada para evitar la toma de este blindado sin ser rendido. Me atrevo a decir que el "Huáscar" murió con Grau, quedando solo el recuerdo y su legendaria fama.

A principios de enero del 2010 estuve digitalizando el archivo de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia (BSFI), y encontré en el Libro de Actas de 1935, el relato de un conocido héroe sobreviviente que sirvió en el buque como guardiamarina: El Sr. D. Manuel Elías Bonnemaison. La riqueza de su relato nos transporta, como lo hizo con el escribano de la BSFI, a los hechos mismos del 08 de octubre, sacando a relucir detalles que nunca antes, al menos en los libros que he leído, se habían dado a conocer.
Creo que el documento enriquece y aporta más luces sobre lo ocurrido ese día. Aquí parte de la transcripción, la cual he respetado todas las puntuaciones.


Sesión de Junta General Ordinaria del Sábado 5 de Octubre de 1935.
Presidencia del Sr. General Juan M. Zuloaga

Orden del Día:

Una vez en esta estación, el señor General Presidente anunció que el distinguido miembro activo de la sociedad Sr. D. Manuel Elías Bonnemaison, defiriendo a invitación de la presidencia, haría el relato del combate de Angamos, al que tuvo el honor de asistir en calidad de Guardiamarina del legendario “Huáscar”.

Ocupa la tribuna en medio de calurosos aplausos, el Sr. Elías Bonnemaison, quien da comienzo a su relato expresando que recoge este espontáneo aplauso como un laurel más que agregar a la corona inmarcesible del Almirante Grau cuyos actos de supremo heroísmo le han llevado, a partir del 8 de Octubre de 1879, al pináculo de la gloria donde ocupa sitial propio y preferencial al lado de los más grandes y esforzados guerreros del Perú. Grande entre grandes, héroe entre los héroes, el recuerdo respetuoso de la memoria del Almirante Grau es – dice – la más acertada forma de rendir homenaje a sus virtudes gloriosas.

Agradece luego, el Sr. Elías Bonnemaison, la invitación de la presidencia que le permite ocupar la tribuna de la sociedad, tantas veces enaltecida, y que, por estar dedicada a la exaltación perenne de nuestro pasado histórico – tan pródigo en hechos admirables – como enseñanza para el futuro, es la tribuna más apropiada para describir la epopeya que tuvo a Punta Angamos por escenario, y por figura central al Almirante Grau y su débil y valiente Monitor símbolo del alma nacional en aquellos angustiosos momentos.

Dijo no traer documentación alguna, como no sea la que proporciona la memoria, en la que han permanecido fuerte e indestructiblemente grabados cada uno de los detalles de la campaña del “Huáscar” y su culminación excelsa; tan grande fue la impresión de aquellos actos presenciados en la adolescencia, casi en la niñez, como un deslumbramiento que, en vez de amenguar se acrecienta con el correr de los años, cuando al calor de la reflexión madura adquiere sus verdaderos caracteres de imponente grandiosidad.

Sin hacer discurso ni conferencia – dijo – solo quiero esbozar un simple relato del término admirable de la campaña del “Huáscar”, la que, a pesar de ser tan corta, llena sin embargo, tan grande espacio en la historia y en el tiempo.

El 26 de setiembre – dice el Sr. Elías Bonnemaison – se embarcaba en Arica el Almirante Grau, para lo que iba a ser la última de sus expediciones. Había recogido ya las últimas instrucciones del Director de la Guerra, y los que estuvieron cerca de él en aquellos instantes le oyeron repetir frases que constituían un enigma. En efecto, el Almirante, que tenía la costumbre de pensar en alta voz, decía una y otra vez, “Que yo no quiero gloria!, Qué locura!”. Palabras estas que habrían de ser descifradas más tarde, cuando fue posible conocer las circunstancias que rodearon el postrer y fatal viaje del “Huáscar”.
Detalla el Sr. Elías Bonnemaison las alternativas del recorrido del Monitor, que acompaña primero al Rímac hasta Iquique y forma luego convoy con la “Unión” con la que sigue rumbo a la aventura, como tantas otras veces, hasta el 4 de Octubre, que recala cerca de Coquimbo.

Explica el estado de ánimo de los tripulantes y oficialidad, al conocer que el buque se acercaba a los puertos más fuertes y mejor guarnecidos del enemigo, sin que las condiciones en que navegaba le permitieran afrontar con éxito, con el mismo éxito de otras oportunidades, el riesgo de un encuentro serio. Circunstancia esta que permitía suponer, casi con certeza, el propósito deliberado del Almirante Grau de ofrendar al país la gloria que de él se reclamaba, aún a costa del sacrificio de su barco y de sus compañeros, en los que no alentaba otro impulso que la obediencia ciega a su comandante y el anhelo de ofrendar sus vidas por la patria.

Continúa refiriendo el arribo a Coquimbo, el 6 de Octubre, después de haberse detenido en las afueras del puerto, para reparar una avería en la maquinaria del Monitor y trasbordar combustible de la “Unión”. Manifiesta cómo después de haber abandonado Coquimbo, se arribó a Tongoy, lugar este donde el Almirante recibió informes insidiosos respecto al estado de la escuadra chilena, que la hacían aparecer momentáneamente debilitada.

Explica que el día 7 de Octubre, después de haberse reparado una nueva descompostura en la máquina del monitor, entró el convoy al puerto de Antofagasta, de donde salió a las cuatro de la mañana del 8, avistándose a poco tres humos, que se creyó fueran de los barcos adversarios “Blanco Encalada”, “Covadonga” y “Cousiño”.

El “Huáscar” emprende entonces marcha forzada, con gran desgaste de su maquinaria, que perdía enorme cantidad de vapor y estaba expuesta a explotar de un momento a otro.
Desde aquel momento, declara, ya estaba trazada la disyuntiva: Escapar a la persecución o sucumbir.

“Se gana terreno visiblemente – añade – y la 1ª. División enemiga va quedando al sur, cuando se avistan otros tres humos, que se supone – a estar a las informaciones proporcionadas al Almirante en Tongoy – ser de los transportes que se decía navegaban convoyados por el “Blanco”.

A poco se advierte el error viéndose que se trata de la 2ª. División de la escuadra chilena, que encabeza el “Cochrane”. Era ya el instante supremo y se ordena el toque de “zafarrancho de combate”. Y es entonces, dice el Sr. Elías Bonnemaison, que interviene un factor que, si bien personalmente, me resisto a admitir, precisa reconocerle a veces aciaga influencia. – Es la fuerza del destino. – Ese algo impalpable que trueca a capricho todas las posibilidades y escapa a todas las presunciones. – Es así como, al toque de combate, se dispone una maniobra repetida a diario sin interrupción: El cambio de timón de comando por el combate – gobernado éste desde la torre –; cambio que se hacía con aparejos. – Sucede lo inesperado. Se rompe un aparejo y el buque, por el momento sin gobierno, va perdiendo gradualmente la ventaja alcanzada, y la distancia que separaba al “Huáscar” de la 1ª.División se reduce velozmente, de 4000 á 2000 metros. Se estrecha más y más el cerco y el Almirante Grau da la orden definitiva, de afirmar el pabellón y dar los primeros disparos.

Eran las 9 de la mañana del 8 de Octubre.

“El “Cochrane”, seguro de su blindaje, avanza hasta ponerse a 500 metros para romper sus fuegos con efectividad tremenda. El Almirante Grau, con el busto fuera de la Torre, da sus órdenes con voz entera y serena. – Está ya inutilizado el cañón de la derecha, cuando una granada penetra a la torre y materialmente barre a todos sus ocupantes. Del Almirante Grau solo queda, como postrer despojo, el fragmento de una de sus piernas. – Asume el mando el Teniente Rodríguez, e intenta, como recurso desesperado, espolonear al “Cochrane” y hundirse con él; pero esta maniobra es evitada, merced a las mejores condiciones marineras del “Cochrane”, y el “Huáscar” solo roza sus flancos para recibir al paso terrible y devastadora carga.

Cesa breves instantes el cañoneo y el teniente Rodríguez advierte que el pabellón del barco ha caído, por efecto de la rotura de las drizas. Pide un voluntario para reponerlo y el marinero Massé cumple la orden, restaurando el pabellón y arrancando, con ese acto, un sonoro “viva el Perú.

Prosigue el despiadado ataque y el “Huáscar” es blanco de todos los buques adversarios. El teniente Aguirre recibe terrible herida en el vientre y no hace otra cosa que abrocharse la levita y diciendo “no es nada” continúa en su puesto hasta caer exánime. El Teniente Palacios le imita y el teniente Ferré es volado cuando se le conducía a la enfermería. – Ya ni asistencia médica es posible prestar. – El Dr. Távara, herido, el Dr. Rotalde y el practicante Canales solo quieren ya cumplir con su deber de peruanos y empuñan rifles para sumarse a los defensores del Monitor. Este, sin gobierno, da vuelta locamente y describe giros y hace embestidas fantásticas que podrían tomarse por la agonía de un titán.

La tragedia llega a su fin. El Teniente Garezón reúne a los oficiales sobrevivientes y se decide hundir el barco, ordenándose que las válvulas sean abiertas. – Se detiene el buque y entonces es abordado por lanchas de los barcos contrarios, cuando solo 35 tripulantes, de los 204 del Monitor, permanecían indemnes y ya carentes de armas para la defensa, pues todas las existentes abordo habían quedado inutilizadas. – Los elementos de previsión traídos por el enemigo impiden el hundimiento del “Huáscar” que va a ser varado en Mejillones, para ser exhibido después como mudo ejemplo de cumplimiento de deber militar.

Lee, para confirmar estas frases, la descripción que un corresponsal chileno hace del estado desastroso, horripilante por lo sangriento, en que quedó el “Huáscar” con su carga gloriosa de cadáveres, de moribundos y malheridos.

Recuerda que el Teniente Garezón dejó constancia que el “Huáscar” permanecía al tope al ser abordado, y glosa las frases admirativas que, al contemplar a los jóvenes oficiales sobrevivientes en la cámara del “Cochrane” pronunciara un oficial chileno, diciendo: “¡ Y estos niños son los héroes del “Huáscar”; los que nos han tenido en jaque durante tantos meses!”.

Para terminar, dice, cabe, no hacer un elogio – que bastante han sido hechas con estricta justicia – sino rendir homenaje respetuoso a todos los que cayeron en la acción, alcanzando la inmortalidad por el valor de su patriotismo. Y cabe también afirmar que no hubo un momento de indecisión, un rasgo de debilidad a bordo del “Huáscar”. Todos sus tripulantes fueron dignos del ejemplo de su Comandante y oficiales.

Recojámonos – expresa – “en el recuerdo de la bravura de esos hombres que es la de todos los marinos y soldados del Perú, pues soy de los que creen que en cada uno de nuestros marinos hay un Grau y en cada soldado un Bolognesi. Y, para no prolongar este momento de emoción, en el que siento agitarse y conmoverse las fibras más íntimas de mi alma, con mi invocación a los que el 8 de Octubre de 1879 merecieron bien de la Patria, yo ruego que, puestos en pié, les tributemos el homenaje de nuestra veneración y recuerdo”.

En pié, por breves instantes, los señores socios tributaron el emocionado homenaje sugerido por el Sr. Elías Bonnemaison, quien fue después larga y entusiastamente aplaudido.

El Sr. General Presidente expresó que el Sr. Elías Bonnemaison acababa de hacer, con la elocuencia de su verbo y la autoridad de su palabra, vívido relato de la campaña del “Huáscar”, haciendo renacer la emoción, sin paralelo, que agitó al país, el seguir anhelante las proezas del legendario barco y su intrépido Comandante.

Nadie con mayor autoridad que él – dijo – podría rememorar aquellos hechos, puesto que, subordinado de Grau en sus años juveniles, fue actor con ellos haciéndose acreedor al respeto y admiración de las nuevas generaciones, que miran en él al paradigma del honor y del deber del marino educado en la escuela de Grau, el inmortal.

Al agradecerle su valioso concurso en esta actuación consagrada al recuerdo de los hechos memorables que elevaron al “Huáscar” y sus tripulantes al pináculo de la gloria, presento al compañero distinguido, al sobreviviente del legendario Monitor, las congratulaciones más efusivas a nombre de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia.

martes, 12 de enero de 2010

Testimonio de un sobreviviente en la Batalla del 13 de enero de 1881



ESTUDIO SOBRE LA CONTINUACIÓN Y FIN DE LA BATALLA DE SAN JUAN (CHORRILLOS – MORRO SOLAR)
(13 de Enero de 1881)

Por el Teniente Coronel de Artillería don Nicanor Beunza.

CONFERENCIA MILITAR

Señor general, Jefe de Estado Mayor,
Señores Jefes y Oficiales
Señores:

Si la Historia Militar se escribe para los contemporáneos y para las generaciones que nos sucedan, los actores, sobrevivientes, – testigos presénciales de excepción, conformes en cuanto á las personas, á los hechos, al tiempo y lugares, – que los conocen perfectamente, están obligados por patriotismo á relatarlos con toda precisión y exactitud. Por esto, en nuestro deseo de narrar lo ocurrido á la juventud militar que se levanta, – “ávida de verdad y de provechosas enseñanzas”, – para que tengan, siempre, presente la conducta de los que supieron pelear ó morir por la patria, – y á fin de que su noble y generoso ejemplo séa una lección y un estímulo para el porvenir; bebiendo en claras fuéntes, con seguras informaciones y por lo que presenciamos voy á ofreceros, señores, esta conferencia; existiendo jefes, como los señores generales Borgoña y Recabarren; coroneles: Billinghurst, Pereira, Rabines, Novoa, Vargas Quintanilla, Marino, Piérola (Carlos); sargentos mayores: Luque (Nicanor), Alcocer, Arellano, Carlín (Eulogio) y algunos más, que pueden dar fe de su autenticidad; pero sin adornarla con las galas de la fantasía, como los “Episodios” del literato nacional don Ernesto Rivas, y “Nuestros héroes” del poeta don Víctor G. Mantilla, en cuyo estilo arrobador hay mucho imaginativo.

En nuestro concepto, la historia que debe declararse oficial será aquella en que no se exalten ni desfiguren los “hechos reales”, – sino en la que, cumpliéndose justicia, aprendan nuestros hijos á conocer la “Verdad absoluta y austera por el testimonio fiel é incontrovertible”.

Dejando á un lado el análisis de la crítica apasionada, hemos leído y releído varias veces la descripción de la batalla de “San Juan - Villa” y de todas las operaciones del 13 de Enero de 1881, que hacen los escritores: italiano, el uno, don Tomás Caivano, en su “Historia de la guerra de América, entre el Perú, Chile y Bolivia”, y chilenos los otros, Vicuña Mackenna en sus “Cartas políticas” y Barros Arana, en su “Historia de la guerra del Pacífico”; y las de algunos escritores, parciales ó muy lejos de la zona de acción, – y hemos encontrado muchas falsedades y contradicciones.
¡Qué historias tan originales son aquéllas!
Así, Caivano afirma: “que en Chorrillos no hubo resistencia y mucho menos batalla, asesinándose á muchos compatriotas suyos”. Sin embargo, á las 11 h. a.m. dice, después, “todo había concluído en la llanura entre Monterrico Chico y Chorrillos, la lucha se había localizado sobre la alta cumbre del “Morro Solar”, donde únicamente seguía aún”. I luego: “á las dos de la tarde, toda había concluído en ese último baluarte. El coronel Iglesias había caído allí prisionero en unión de los escasos restos de su ejército”

El chileno M.T. Vicuña, en una de sus “Cartas políticas”, dice: “la batalla comenzada en las posiciones de San Juan – Villa, se terminó en la cima Morro Solar”.

Hay una lamentable confusión de nombres propios, de donde provienen los errores en que, sin quererlo, incurren los que, para la parte histórica, consultan á tan parciales ó equivocados autores.

Hasta el mapa provisional levantado por los alumnos de la Escuela Militar, á la escala de 1/10000, el único que representa las formas y detalles del terreno, y que tenéis en la pizarra, se señala como Morro Solar á toda la serie de alturas: Panteón, Santa Teresa y Marcavilca, que se desprenden de la cadena principal; del mismo modo que si confundiéramos, verbi-gracia, el Cerro de San Cristóbal y con este nombre el de las Ramas, Amancaes, &.

Sabemos, topográficamente, que el punto más elevado de una montaña se llama cumbre ó vértice, y las partes laterales, por las cuales se sube ó se desciende, toman el nombre de flancos ó vertientes.

Estudiando el terreno y reconociendo sus accidentes naturales, venimos en conocimiento que, desde la época incaica, la meseta donde estaba emplazada la primera y principal batería de artillería: “Mártir Olaya”, compuesta de dos cañones, ánima lisa, de á 70 libras, sistema Párrot, en cuyo sitio se halla hoy la imagen de la Virgen es el llamado: “Morro Solar”; y el “Salto del fraile”, cuyo origen se debe á una tradición, la pendiente del lado del mar; que no sólo es fuérte, de difícil acceso, sino escarpada, esto es, de acceso imposible.

Bajando por el Malecón á los baños y siguiendo la dirección S.SE., no encontramos playa, pues las olas embravecidas por el choque contra las rocas, van espumosas y erizadas, á morir al pié del corte vertical del cerro; ó penetran á las hermosas y gigantescas cuevas, labradas caprichosamente por el tormentoso golpe de mar.

Tampoco hay camino por la playa á la caleta de La Herradura, de esta á la caleta de La Chira, ni á la Playa Conchán, por las escarpaduras, cuyas inclinaciones van á perderse al mar, haciéndose inaccesibles.
La practicabilidad es por los contrafuértes, tomando las gargantas. Con esta necesaria digresión, entremos en materia.

Reflecciones y consideraciones técnicas

Señores:

De los peruanos que supieron cumplir sus deberes ciudadanos y militares, defendiendo la honra é integridad del Perú y el bendito pabellón de la República, en la heroica jornada de Chorrillos y Morro Solar, muchos no existen ya.
Podemos cumplir nuestra misión de hoy, honrando su memorial.
Grabados en el mármol y en el bronce, los nombres de sus abnegados defensores, llevamos también en el fondo del alma un monumento imperecedero: ¡el de la gratitud, cual culto y religioso santuario! Fundidas las almas en el crisol del amor patrio, un mismo espíritu nos anima; así como uno solo es el pensamiento: “Hacernos grandes y felices por la unión”. Y si la inmortalidad del recuerdo rodea la cripta de una aureola luminosa, su noble ejemplo será, en toda época, el faro que guía nuestro brillante porvenir!
“En la historia de todas las naciones, hay páginas gloriosas y páginas de duelo”.
“Recórrense las primeras con legítimo orgullo; deben conmemorarse las segundas con íntimo recogimiento”.
“Ellas nos inducen a la sustitución filosófica y al estudio militar”.
Lejos de nosotros las recriminaciones y las críticas apasionadas.
Los hechos gloriosos son timbres que obligan á los pueblos á mantenerse en la altura que sus esfuérzos ó virtudes cívicas conquistaron: – los desastres son golpes que deben servir no para servir, – no para inspirar un cobarde abatimiento, – sino el poderoso estímulo, que de origen á las grandes acciones, á los generosos sacrificios.

“¡Cuándo el honor no va envuelto en la caída, – la desgracia ni humilla ni envilece”.

El 13 de enero de 1881 es una luctuosa fecha que jamás olvidaremos; testigos de la terrible hecatombe, devoramos amarguras é inquietudes, anhelos y dolores, así como desde la ventana allá de nuestra prisión en la escuela militar (antigua de cabos y sargentos), contemplamos la orgía, la devastación y............ el incendio!

No preparado el Perú para la guerra, tuvo que lamentar en sus derrotas la infausta suerte de sus armas: la victoria que alcanzó el Ejército de Chile, fué la “necesaria y lógica consecuencia” de su superioridad numérica, de sus modernos elementos, del grado de instrucción militar de sus soldados y de la dirección profesional de sus oficiales.

En las guerras modernas, no basta, como en las antiguas, el valor de los combatientes, para alcanzar el buen éxito.

La guerra es un problema sometido a cálculos matemáticos y los laureles del triunfo ciñen la frente del general en jefe, que, ayudado por un hábil estado mayor, sabe combinar su plan de batalla y aprovechar de la situación general y errores tácticos y estratégicos del enemigo.

La batalla en los campos de San Juan, “técnicamente considerada”, fué un desacierto; pero en ella ¡cuántos rasgos de valor sublime e ignorado, cuánta sangre estérilmente vertida! Sin unidad de acción y apartada de los fundamentales principios militares, que se llaman: “economía de las fuérzas”, y “concentración de los esfuérzos” – la línea continua, débil por su gran extensión y falta de reservas, pudo fácilmente ser rota por el centro, y nuestras improvisadas huestes, – que obraban á la defensiva, atacadas de flanco y de revés en sus imperfectos atrincheramientos, que mal podría llamarse fortificación pasajera, con poca ó ninguna instrucción, apenas conociendo las reglas prácticas de tiro, servicio de campaña, orden de combate, etc.; naturalmente que tuvieron que ser presa de la más espantosa confusión. Los que sintieron nacer en su pecho el fuégo sagrado del patriotismo pelearon hasta caer en el escudo.

Los que no están inflamados por esa llama divina, se atemorizan, retroceden, huyen y..................... se dispersan, cual espigas que la tempestad arrebata y disemina…………………

Situación de la 1ª división del ejército peruano

La línea de combate apoyaba su derecha en el cerro “Marcavilca”, próximo a la caleta de “La Chira” y se extendía hacia el este de Chorrillos recorriendo mamelones ó colinas denominadas de San Juan, hasta los confines de Pamplona; doce kilómetros, si se considera desarrollada la curva del nivel que seguía pero, si la extensión se contaba hasta “Vásquez” ó hasta “Monterrico”, era mayor la longitud. La primera división del Ejército peruano, con mejor instrucción, comandado por el secretario de guerra, el señor coronel (hoy general de brigada) don Miguel Iglesias, teniendo como Jefe de Estado Mayor al coronel don Guillermo Billinghurst y por subjefe al coronel don Miguel Valle Riestra, y compuesta de tres regimientos de infantería, comandados, respectivamente, por los coroneles don Mariano Noriega, don Regino Cano y don Pablo Arguedas, – amoldándose al terreno, estaba establecida así: el batallón “Guardia Peruana” No. 1, coronel provisional don Carlos de Piérola, cerraba el ala derecha, en las estribaciones de Marcavilca, y le seguían sobre el camino de Villa á Chorrillos el “Ayacucho” No.3, coronel don José Cáceres; y el “Cajamarca” No.5, coronel don Belisario Ravines. El batallón “Tarma” N.7, coronel don Francisco Mendizábal, inmediatos al punto convergente de un camino de Villa con otra que parte de Lurín. El batallón “Callao” No.9, coronel don José Rosa Gil, á la vanguardia, en la parte exterior de la casa hacienda Villa; el “Libres de Trujillo” No.11, coronel (hoy general de brigada) don Justiniano Borgoño, el vértice y lados del ángulo saliente, que forman el cerro de “Santa Teresa”. Perpendicularmente y formando ángulo recto con el lado izquierdo de dicho ángulo, los batallones “Junín” No.13, coronel don Marcos Porras, “Ica” No.15, coronel don José Bonilla y “Libres de Cajamarca” No.17, coronel don Joaquín Bernal.

Artillería

En la eminencia que une el extremo Sur de la bahía de Chorrillos y el comienzo de la altura más culminante, denominada Marcavilca, en donde se hallaba situado el batallón “Guardia Peruana” No.1, se habían emplazado dos baterías: la primera y principal “Mártir Olaya”, en la planicie del Morro Solar, allí se habían montado dos cañones de á 70 libras, ánima lisa, sistema Parto, (habiendo mandado el de la izquierda el conferenciante, por orden del comandante general, coronel Panizo, y el de la derecha, el teniente D. Eulogio Carlín), en cureñas de correderas, sobre una plataforma de madera y con un intervalo entre ellas de ocho metros; ambos giraban en un círculo completo, batiendo al mar, y á la campiña, en un radio de acción de cuatro mil metros, que era su alcance máximo. Todo el perímetro de la plataforma rectangular estaba cubierto con una fila de sacos de tierra, que apenas cubría á la tropa hasta media pierna; se habían colocado para desfigurar el terreno, más bien que para defensa de los proyectiles del enemigo, pues toda era zona desenfilada. En la pendiente que sólo mira al mar y sin poder defender el valle, sobre una plataforma de madera se había montado una pieza de 500 libras, ánima lisa, sistema Rodman mandada por el teniente D. David León, y un poco más avanzada y al pié del corte vertical que sirve de límite al mar, se había colocado otra pieza pequeña, que fué de la Corbeta “Unión”, sistema “Whitwoh”, llamada “el Malcriado” y mandada por el subteniente don Manuel Forcelledo (aún niño, que contaba 17 años de edad).

La segunda batería denominada “Provisional”, mandada por el capitán don Manuel R. Cornejo, estaba emplazada en una meseta que avanza hacia el valle, quedando oculta del mar por su retaguardia batía los caminos que conducen de San Juan y Villa á Chorrillos, era compuesta de dos piezas de á 32 libras, largas de ánima lisa, sistema antiguo, sobre cureñas de marina, montadas en dos plataformas dé madera y sin parapeto alguno; su radio de acción era de tres mil quinientos metros. Entre esta batería y la “Mártir Olaya” existía una distancia de mil metros y las sinuosidades del terreno les hacía imposible verse ni observarse entre sí. Sólo habían agentes de comunicación.

Al Sur de estas fortificaciones, una sección de cañones “Clay”, al mando del capitán don Nicanor Luque, se denominaba “Marcavilca”.
Un obús de á 12 de montaña, una ametralladora “Clayton” y otra “Nordenfeldt” completaban el servicio de las baterías.

Relación Oficial de los señores jefes y oficiales que combatieron en las baterías de Chorrillos

Comandante general, señor coronel don Arnaldo Panizo †
Primer Jefe de baterías, mayor don Manuel Hurtado y Haza †
Segundo Jefe de baterías, mayor don Manuel Alegre †
Capitán don Nicanor Luque
Capitán don Manuel R. Cornejo
Teniente don David León
Alférez don Manuel Forcelledo
Idem don Enrique Abásolo (oficial de pañoles) †
Id. don Belisario Beunza †
Ayudante alférez don Alberto Panizo †
Idem, idem don Gerardo Soria †
Idem, idem don Abel Ayllón †
Cirujano de 1ra. clase, Dr. don Julio Becerra †
Practicante don Manuel A. Gall †
Farmacéutico, don José M. Guzmán

Agregados:

Coronel don José Ruesta †
Capitán don Fabio Rodríguez †
Teniente don Eulogio Carlín
Idem don Eulogio Barraza †
Idem don Juan M. Valcarcel †

El alférez don Nicanor Beunza, se replegó del tercer escuadrón de artillería rodada, trayendo consigo el aparato de cierre de la pieza que mandaba que mandaba en San Juan.

Alférez de marina don José Guerrero
Sub-teniente don Manuel Alzamora †
Idem don Alfredo Rodríguez †
Idem don Torcuato Ramírez †

Paisano don Eduardo García (ciego), se presentó desde la madrugada como soldado. Está fuéra de todo encomio, pues es el único caso que se presenta en la Historia Universal. Con su generosa actitud entusiasmaba y electrizaba a la tropa para que no desmayara en el combate.

Firmado – Manuel Hurtado y Haza
V.B. Arnaldo Panizo.

La batalla Contra-ataque – Derrota de la división Lynch. – Refuérzos chilenos. – Nueva faz del combate. – Retirada y paso de la infantería peruana por el Malecón.

El combate de frente, para conducir á un ataque final, repartiendo sus fuérzas, realizado por la división Lynch, de 8,000 hombres, fué contrarrestado por la 1° división del ejército peruano, 5,000 hombres, con vigoroso denuedo. Los cañones y ametralladoras concentrando también sus fuégos sobre aquella le quitó su libertad de acción.

El fuégo terrible causó solamente al “Chacabuco” 19 bajas de oficiales sobre 35 y 350 bajas de individuos de tropa sobre 550. Detenidos los atacantes por el fuégo, el coronel Iglesias tomando la ofensiva en terreno llano – que es la única forma de combate que puede dar resultados decisivos – ejecutó un contra-ataque, encabezado por el batallón “Libres de Trujillo” mandado por el coronel Borgoño.

El regimiento “Atacama” reducido á la mitad y algunas compañías del “Talca” que Lynch conservaba de reserva, llegaron; pero quebrantada la moral del adversario, se produjo un nuevo rechazo de los chilenos hacia Villa.

Eran las 11 a.m. cuando se recibió en el cuartel general (del general Baquedano) un parte de Lynch diciendo: “Que no podía avanzar porque su tropa estaba diezmada, rendida de cansancio y que le mandaran refuérzos para continuar el ataque de Chorrillos”. Estaban, pues, debilitados.

Los chilenos no pueden ya sostenerse, vacilan, vuelven caras; los peruanos fuéra de sus atrincheramientos – apoyada y sostenida su acción por las baterías del Morro Solar, Provisional y Marcavilca, comandadas por el coronel Arnaldo Panizo, continúan vivamente su ataque. Los chilenos se ocultan tras de las tapias y las bandas de guerra de los peruanos tocan diana.

En vano Lynch y su jefe de estado mayor quieren evitar el embrollamiento y desastre. Las tres baterías de montaña del mayor Jarpa están á punto de caer en manos de los peruanos, que llegan á 50 metros de las bocas de las piezas, pero el oportuno socorro del 3° de línea y de los Zapadores, las salvó.

El “Coquimbo” y el “Melipilla” no escalaron el Morro Solar como se afirma. Vinieron por la playa de Conchán y fuéron descubiertos por los puestos avanzados del batallón “Guardia Peruana” N°1, mandado por el coronel Carlos de Piérola, cuyos jefes, oficiales y torpa, resueltos y entusiastas, y con el batallón Ayacucho N°3, coronan las eminencias del cerro Marcavilca, y tomando en las crestas militares sus dispositivos de combate los inmovilizaron por el fuégo rápido, haciéndoles muchísimas bajas He aquí su voluntaria inacción de que se nos ha hablado.

En refuérzo de la división Lynch acudieron: la brigada Gana de la segunda división Sotomayor, y la primera brigada Urriola de la tercera división Lagos, que apoyó el avance d ela primera. A las 12 m. llegó la segunda brigada Barceló de esta tercera división. Además, una brigada de artillería de montaña en apoyo de la otra brigada de artillería en peligro; siguiendo el camino de San Juan, Chorrillos las baterías de campaña.

Caballería chilena.–

A los “Granaderos de á caballo” que se presentaron en avance en columna de pelotones por Surco, el cañón de 70 libras Párrot de la izquierda en el Morro Solar, los batió y rechazó, obligándolos á volver grupas al galope.

El ejército de Iglesias sólo fué reforzado por el batallón “Zuavos” de Perreyra (su jefe organizador), que fué traído al combate por el coronel Recavarren, estando en marcha de retirada á Miraflores. El “Zuavos” pertenecía al 2° cuerpo del ejército y formaba regimiento con el “Ancachs” y el “Concepción”, el que fraccionado en sus elementos, siguió a dicho pueblo………………

No obstante el ardoroso entusiasmo de los batallones peruanos, empeñados en una lucha desigual, encarnizada; – en esos instantes de suprema abnegación y sacrificio, – se entendía que la resistencia era imposible, que no se podía operar una acción más enérgica y que el desenlace tenía que ser fatal, si de Miraflores no se destacaba, en tren ó en marchas forzadas, á toda la Reserva en su auxilio; pero, la Reserva permaneció en su acantonamiento-vivac y en los reductos en alerta………………

El momento, el lugar, el número suficiente de fusiles amigos, y la velocidad eran, pues, los cuatro factores esenciales, capaces de dar la Victoria – influyendo sobre el resultado de la acción vigorosa empeñada y cuyo desarrollo del combate, por un certero golpe de vista y sangre fría, pudo orientar fácilmente al Comando, para tomar y ejecutar con rapidez esta decisión maniobrera.
Abandonados á su propia suerte, el coronel Borgoño recibe orden del coronel Cano de ocupar la estación del ferrocarril de Chorrillos, apoyando al “Zuavos” para proteger la retirada de la 1° división peruana, – que había perdido más de las dos terceras partes de sus efectivos, para que la acción pudiera ser declarada heroica.
Rindieron la vida el coronel Arguedas, mayores: Ochoa, Alejandro Iglesias (hijo del general) y muchos jefes y oficiales. Heridos: los generales Borgoño y Recavarren; coroneles: Ruestas, Piérola (Carlos), Mendizábal, Bernal; tenientes coroneles: Cisneros, Rubin de Celis; capitán Nicanor Luque, teniente David León y muchos otros.

Nueva faz del combate.–

Los peruanos fuéron desalojados de sus excelentes posiciones defensivas simplemente por falta de refuérzos, escalonados, uno tras otros, con sus distancias tácticas, aplicadas a las circunstancias en igual, ó mayor número – como los que recibió el enemigo.

Tiempo bastante tuvieron las tropas de atrás para marchar al encuentro y combatir á los refuérzos chilenos, efectuando un gran movimiento ofensivo: atacando y envolviendo la derecha de la 2° división Sotomayor, chilena, contribuyendo así á la defensa de la línea principal de resistencia, que la hacía frente en formación desplegada.

Tal hubiera sido la misión de la Reserva. ¿Estaba prevista esta situación delicada en el plan general? ¿Se dieron algunas instrucciones por el Director Supremo antes de retirarse de Chorrillos á Miraflores? Al coronel Panizo si, expresamente, en este sentido, para que los artilleros se mantuvieran en sus puestos, sosteniendo y continuando la defensa. Pero, ¿llegaron á darse por el Estado Mayor General, las órdenes de movimiento dictándose instrucciones especiales para la caballería en el desempeño de su rol, explorar y cubrir el flanco izquierdo de Miraflores y Chorrillos y fuéron las ordenes cumplidas?..................................

Los chilenos coronan el cerro Marcavilca, toman la sección de artillería “Clay”, y después la batería “Provisional”.
A los peruanos no les quedaba sino este único partido: hacer fuégo en violenta retirada, abrirse paso por el Malecón de Chorrillos, como lo efectuaron con el batallón “Callao”, llevando á su valiente jefe, el coronel José Rosa Gil, á la cabeza, y replegarse al Grueso de las fuérzas nacionales en Miraflores.

Era la 1 y ¾ h. p.m.
El coronel Iglesias, descendiendo del cerro del Panteón, fué hecho prisionero en una casita del Alto Perú.

No es, pues, cierto que cayó en la alta cumbre del Morro Solar, como la afirma Caivano; así como tampoco que “se replegara, á las 8 de la mañana, al Morro Solar, abrumado por el número de sus atacantes”, cuya victoria á las 11 a.m. alcanzó momentáneamente contra la división Lynch, – cuando este estuvo atenido á sus propios recursos; pero, que no pudo asegurar por inferioridad numérica cuando llegó la avalancha chilena, incontenible.

Lucha desesperada – Heroísmo – Resistencia heroica en el último Baluarte: El Morro Solar

Los 1200 peruanos más o menos que quedaron sostuvieron una lucha personal, cuerpo á cuerpo, á la bayoneta, con los chilenos en las calles y casas donde se habían parapetado.
¡La matanza era horrible!. Los heridos fuéron repasados más tarde por el corvo de la soldadesca ébria y desenfrenada!..................

En la estación, el coronel Recavarren cayó herido, por una descarga que le hicieron los soldados enemigos y cotnra los que se batían desesperadamente los peruanos, que descendían por distintas direcciones. El coronel Recavarren, el héroe de Pisagua, presenció ese desesperado combate, recibiendo fuégos de ambas partes. Desangrado y moribundo fué después recogido y llevado á una ambulancia por el general Sotomayor, quién dirigió el desembarco y la toma de Pisagua – desde cuya grandiosa acción de armas, le había cobrado interés.

Los artilleros del “Morro Solar”, que pensaban no abandonar el puesto del deber, mientras a ejemplo del inmortal Bolognesi, no “hubieran quemado el ultimo cartucho”, eran también diezmados: la situación era insostenible; una ametralladora manejada por el mayor Hurtado y Haza y doscientos hombres más ó menos, entre los que había tropas de distintos cuerpos, entremezclados, hacían fuégo tendidos ó de rodillas, sembrando el terreno de muertos y heridos, con que se tropezaba á cada paso, eran impotentes á pesar de la resolución y arrojo, para contener á las numerosas fuérzas que por todos lados atacaban. Encerrados en un círculo de fuégo y acero, después de una resistencia sobrehumana, tuvieron que inclinar la frente ante la fatalidad de inmerecido Destino.

Conclusión

A las 2 y ½ h. p.m. la batalla de San Juan, había terminado por completo en la cumbre del Morro Solar. Había durado la batalla 9 horas, desplegándose prodigios de valor, defendiendo palmo á palmo el terreno: 5000 peruanos contra casi todo el Ejército chileno (23129).
El sacrifico de los peruanos, infantes y artilleros, en esta batalla, que fué la continuación y el fin de la de San Juan, – selló también, con letras de oro el libro del martiriologio, donde quedan impresas las acciones más puras, brillantes é imperecederas.
Prisioneros del Ejército que “nos había vencido, pero no rendido”, porque en la cumbre del Morro Solar, hasta después de media hora que trajeron de á bordo los chilenos una bandera, para cambiarla por la nuestra, – vimos, todos, izada al tope, flamear altiva y satisfecha, la sagrada enseña de la patria.

¡Honor y gloria á los que cumplieron aún más allá su deber, cual espartanos!.

Si el general Iglesias es el héroe de la defensa, con la primera división del ejército peruano en Chorrillos, el coronel Panizo, que fué el alma de la resistencia en el último baluarte, las baterías de artillería, es el héroe del Morro Solar.

Agradezco, señores, la fineza de vuestra presencia.

He dicho.

Lima, 20 de marzo de 1909
El Tent. Corl. Jefe de la 1ª División de la 1ª Sección del E.M.G.
Nicanor Beunza


Nota: Publicado originalmente en el Boletín del Ministerio de Guerra y Marina del 30 de abril de 1909, Año VI, Nº 8, p 353-362. Transcripción Sr. Ernesto Linares Mascaro elinares@hotmail.com