domingo, 25 de marzo de 2012

El coleccionismo como contribución al estudio de la Historia.

Por: Juan Carlos Flórez Granda.

No hay momento en nuestra vida que no hayamos encontrado algo que nos ha llamado la atención: algún objeto, una carta, un cuadro, etc. Y es que cada objeto, encontrémoslo o no, nos cuenta algo de historia y ese algo es lo que motiva a muchos, entre ellos yo, a investigar.

Muchas veces ignoramos la gran riqueza de vestigios y antiguedades que tenemos alrededor nuestro. Puede ser en un desván de la casa, en un terreno o en cualquier lugar del Perú que no sea considerado oficialmente dentro del patrimonio nacional.

Hoy podemos ver con mucha regularidad la demolición de casas para construir edificios pero pocos se preguntan qué puede haber debajo del suelo. Sin duda con un detector de metales nos encontraremos con varias sorpresas. Al igual que no muchos prueban sus detectores en las playas para encontrar objetos que la arena haya escondido, existen personas dedicadas a buscar esos objetos a fin de reconstruir hechos ocurridos durante el siglo XIX, por citar una fecha específica, registrando, con todos los avances que la tecnología actual nos permite, y aportando un granito de arena al conocimiento histórico en lugares que poco a poco se van urbanizando por desconocimiento o falta de interés por seguir conservándolos.

En el Perú este tema no es ajeno y vemos, por ejemplo, como huacas enteras van desapareciendo para construir encima modernos complejos habitacionales o quizás una avenida olvidándonos de rescatar esa parte de nuestro pasado. Y es que el país es tan rico que nos es común convivir con ello e irónicamente perdemos interés. Es común ver en muchas casas algún huaco que adorna un rincón, comedor o biblioteca sin saber de qué cultura es o qué utilidad tiene.

En mi caso particular me interesa el conocimiento del pasado tanto en documentos como en el campo. Poder comprobar in situ lo que un documento dice y este punto es tan apasionante que hasta un insignificante botón nos puede contar mucho.

Por citar un ejemplo, en una de mis investigaciones de campo en el año 2007, mientras recorría un antiguo campamento chileno en el sur de Lima, encontré entre tenedores, balas, monedas, botones, todas estas fechadas hacia el año 1880, un botón de peltre oxidado que se diferenciaba de los otros encontrados pertenecientes al ejército chileno. Este botón era de color plomo y acuñada rústicamente. Por el reverso y en el medio del ojal se podía ver claramente una línea de costura algo artesanal.

Lo más curioso fue que en la cara principal del botón se podía leer la inscripción “Imperial Alexandro” en un tipo de letra poco común para los datados en esa época. Es más, todo parecía indicar alguna fecha anterior. Antes de recogerlo procedí a registrar en GPS el lugar donde estaba enterrado y posteriormente iniciar el proceso de restauración con elementos químicos especiales para este tipo de trabajo.

¿Pero qué nos puede decir un simple botón y qué puede aportar al conocimiento más que el puro capricho de coleccionarlo? Este botón nos puede contar su pasado, quien lo usó, con qué motivo y el por qué fue a terminar precisamente en un campamento del año 1880.

Para cualquiera que le interesa ahondar más en el tema y perder valioso tiempo, como el que escribe, buscando el origen de todo,  es un tema más que apasionante y la ansiedad por poder encontrar las respuestas resulta a veces estresante pero a la vez muy gratificante.

El segundo paso a seguir fue introducirme en los archivos y bibliotecas. Para los que no tienen mucho acceso a estos existen hoy día infinidad de recursos en internet como libros digitales y foros especializados en coleccionismo donde uno puede consultar, resultando este pasatiempo algo muy entretenido y divertido a la vez que uno va aprendiendo de nuestro pasado.

Después de algunas consultas del caso me sugirieron leer las memorias del general Andrés García Camba, militar español que tomó parte en las últimas campañas libradas en el Perú por los españoles, ya que probablemente la pieza encontrada databa de principios del siglo XIX durante la época de la Independencia.

Efectivamente pude encontrar en varios libros a quien pertenecía el botón: al Regimiento Imperial Alejandro. Consultando foros especializados me confirmaron que el Imperial Alejandro tiene su origen en el cambio de nombre que en el año 1818 sufrió el 2do. Batallón del Extremadura. Este había formado parte de la División de Canterac en 1821, participando en varias acciones en Lima y Callao.

Teniendo este dato me faltaba el por qué fue a parar cerca de una playa del Sur de Lima junto a otras piezas de posterior fecha. Y esa respuesta la encontré en las memorias de García Camba.

El 25 de agosto de 1821 sale una columna dirigida por Canterac con la finalidad de abastecer de víveres al Callao y para ello parten de Jauja 2500 infantes, 900 caballos y 9 piezas de artillería de a 4.

“…Desde los cantones del valle de Jauja á Santiago de Tuna, atravesando los Andes de oriente a occidente, nada de particular ocurrió porque apenas hubo ocasión de disparar un fusil. Cerca de Santiago de Tuna cayó en poder de una partida enemiga el teniente coronel don José García Soéoli, agregado al E.M., y fue muy fatal este incidente porque pudo San Martín enterarse de la fuerza realista, y acaso por ese dato resolverse a no abandonar Lima. En el pueblo de Tuna dividió Canterac la fuerza en dos columnas, que habían de tomar distintas direcciones para volver a juntarse en la hacienda de Cieneguilla: La infantería con el mismo comandante en jefe siguió un rumbo medio entre la quebrada de San Mateo, que desemboca 6 leguas de Lima, y la del Espíritu Santo que está más al sur, siendo precisamente su objeto poner en duda al enemigo sobre el verdadero punto de descenso a la costa; y la caballería con el 2do. Batallón del primer regimiento que mandaba D. Francisco Narváez, la artillería, el ganado y los bagajes bajaron directamente a la Cieneguilla…”

Seguidamente parte del batallón dirigido por Canterac, entre ellos el Imperial Alejandro se pierde en el camino:

“…El brigadier Canterac con la infantería, después de haber significado durante el día decidida tendencia a desembocar por la quebrada del Espíritu Santo, que conduce a la Cieneguilla, y sin guía y a rumbo se determinó a descender en la persuasión de no hallar una extraordinaria dificultad; pero acaso militar alguno sufrió engaño mayor. Sin camino de ninguna especie, sin agua en un terreno arenoso y ardiente, acosados los hombres y las bestias de una sed devoradora, después de una marcha de 10 leguas a 12 de la equinoccial, los jefes, los oficiales y la tropa se arrojaron a bajar por donde ningún ser humano habría andado jamás. Allí se perdieron mulas y caballos con la mayor parte de las maletas de gurupa, allí hubo piernas, brazos, cabezas y cuerpos estropeados, porque los hombres y las bestias rodaban a la par de precipicio en precipicio; allí hubieron muchos que recurrieron a sus propias orinas para mitigar su mortal sed, y con igual fin mascaban otros las áridas cortezas de algún arbusto que por fortuna encontraban;  allí varios bravos desesperanzados se tendían en el suelo como resignados con su fin, mientras otros se esforzaban por continuar el descenso con la lisonjera idea de hallar agua en el fondo de la quebrada…”

Al final llegaron a encontrar agua en el margen del rio Lurín, muy cerca del lugar donde se encontró el botón.

Como se puede apreciar, un pequeño botón nos ha dicho mucho de su origen y destino. Con un poco de esfuerzo se aprende algo más de nuestra historia, nos obliga a investigar, leer, consultar  y apreciar ese pequeño objeto. 

Coleccionar es un pasatiempo muy gratificante por la  cantidad de información que podemos obtener y en el Perú tenemos muchos recursos para hacerlo. La arqueología urbana es una parte desconocida en nuestro medio. Ignoramos que, quizás al lado donde vivimos existe un terreno, una futura construcción y entre la tierra disturbada podemos encontrar mucha historia. El Perú está repleto de vestigios que ignoramos y esa riqueza muchas veces va a parar a la Costa Verde como relleno para ganarle al mar.

Poco a poco podemos formar nuestra colección y contribuir en el futuro a realizar exposiciones y para ello, y no tener problemas, debemos ceñirnos dentro del marco de la Ley de Patrimonio. Eso supone un pequeño esfuerzo pecuniario equivalente a un cine menos al mes o cualquier pequeño gusto que nos pudiéramos dar pero la ventaja es que esa colección va a estar en buen recaudo y pasará a formar desde ya, parte del patrimonio nacional.

 El mencionado botón Imperial Alejandro está debidamente inscrito en el  INC como Registro Nacional No. 0000089613