Por: Juan Carlos Flórez Granda
Director del SEHCAP
jcflorezg@yahoo.com
Ayacucho es una provincia del
Perú cuya importancia arquitectónica resalta entre todas. No por gusto fue
llamada la ciudad de las Iglesias y como se dice, la importancia de una ciudad
se da por el número de Iglesias que tiene. Su riqueza cultural pre hispánico, colonial y republicana la hacen uno
de los centros culturales por excelencia en el Perú. En esta se alojaron importantes personajes de
nuestra historia. Entre ellos, por citar
a alguien contemporáneo, Simón Bolívar y también Andrés Avelino Cáceres, personaje que en
cierta forma es parte de este artículo.
Dentro de esos sucesos
históricos es común que las comunidades escenifiquen hechos relevantes que
aporten un recuerdo vivo de lo acontecido, perennizando a través de las
generaciones una especie de transmisión oral para así evitar el olvido.
Como sabemos en 1879 el Perú
entró en una guerra que terminó ser fatal para nosotros y las heridas, a pesar
de los años, aun no cicatrizan del todo. Dentro de este período podemos ver, en
el caso de las escenificaciones, celebraciones por los combates de Marvacalle y
Concepción, donde la comunidad entusiasta recrea las victorias frente a los
chilenos, terminando en una fiesta comunal donde prosiguen las celebraciones de
acuerdo a las costumbres de cada región. Últimamente existe una corriente dedicada a no olvidar o recrear ciertos
sucesos relevantes donde el patriotismo ha salido a relucir. En algunos casos
son escenificaciones alegóricas pero siempre teniendo en cuenta los hechos
fidedignos.
Pero muy diferente es cuando
se escenifica una ficción de algo que nunca ocurrió como lo representado el
pasado 22 de febrero del 2014 (hace casi un mes atrás) en el cerro Acuchimay, con el título "Encuentro de Armas...Una batalla entre el Coronel Panizo y el Mariscal Cáceres por amor a nuestra patria", organizado
por la Municipalidad Distrital San Juan Bautista de Ayacucho y auspiciado por
instituciones como el Ejército Peruano, DIRCETUR, Universidad de Ayacucho
Federico Froebel, Orden de la Legión Mariscal Cáceres, Compañía de Bomberos de
Ayacucho, entre otros.
La nota de prensa de la
Municipalidad indica lo siguiente:
“…Esta representación escénica fue un portal en el tiempo, que trasladó
a más de tres mil turistas hacia el 22 de febrero de 1882; pues fue en esa
fecha cuando dos grandes militares peruanos se enfrentaron. Por un lado, se encontraban
las fuerzas del Coronel Arnaldo Panizo Avazolo (Jefe de las tropas del Sur de
Perú). Por otro lado se encontraba el Mariscal Andrés A. Cáceres (Jefe de las
tropas del Centro de Perú)…”
Como resumen genérico es
aceptable. Lo que no es aceptable es que, viendo el vídeo, se puede apreciar a
supuestos soldados chilenos (por la bandera chilena flameante) dando vivas a
Chile y llevando preso a quien sabe (podría ser al general Cáceres y coronel Panizo).
Una tremenda distorsión de los hechos y un desconocimiento total del tema
teniendo en cuenta que los chilenos nunca se asomaron a Ayacucho tal como
Panizo reiteradas veces se lo había hecho notar a Cáceres. Y la prueba
sustancial es que después de este desafortunado encuentro entre peruanos,
Cáceres se quedó por casi 4 meses en la zona reorganizando su ejército.

Si la intención ha sido
realizar una alegoría indicando que por la desunión de los peruanos los
chilenos ganaron, el encuentro de armas de Acuchimay no es un referente.
Si la intención es elevar la
figura de Cáceres colocando a Panizo como chileno, mi opinión es que no
necesita de falsedades para resaltarlo. Todo lo que se sabe del encuentro de
armas de Acuchimay es lo que hemos estado publicando en la red y medios de
comunicación a través de mi institución durante más de 12 años como forma de
refutar lo publicado en nuestra historia oficial, y poner en valor ese
acontecimiento no es un hecho de armas que justifique el realizarlo.
Hoy con la abundante
información existente de ambos personajes, Panizo y Cáceres, debemos
encasillarlos cada uno en su contexto histórico y no seguir con el fanatismo
casi ciego del bueno contra el malo.
Hace unos años se publicó en
varios medios de comunicación el tema referido al encuentro de armas de
Acuchimay debido a una respuesta a la versión oficial ya que no se tomó, para
este caso, ninguna versión ni fuente contraria a la de las memorias dictadas
por Cáceres. Pero sea cual sea la versión, en ninguno de los casos amerita una
recreación ya que es un tema interno con connotaciones políticas y, como decía
líneas arriba, solo ayudaría a crear más desunión.
Ayacucho tiene una riqueza
histórica inigualable y puede escenificar mejores sucesos que dignifiquen a esa
región y no valerse de metáforas o alegorías que a la larga será
contraproducente para la memoria histórica. Tenemos, por ejemplo, la Batalla de
Ayacucho el 09 de diciembre de 1824, último enfrentamiento armado entre el
ejército patriota y el español para sellar definitivamente la independencia del
Perú. Una recreación de esta batalla sería fundamental, sobre todo cuando tiene
un final de unidad, por la naturaleza de su tratado. Otro tema con distinto
matiz es el fusilamiento de María Parado de Bellido en la plaza de Huamanga el
27 de marzo de 1822 que prefirió la muerte antes que delatar a los patriotas
que servían a la causa de la libertad. Estos son hechos ocurridos en nuestra
historia y dentro de la circunscripción de este departamento.
El país no merece crear más
divisiones. Busquemos temas de unidad entre peruanos en donde las nuevas
generaciones puedan aprender y mirar el futuro con otro pensamiento.
No es malo recrear batallas.
Lo preocupante es realizar una ficción y el claro ejemplo del encuentro de
armas en el cerro Acuchimay es un hecho que, a costa de atraer al turismo
interno, se vaya a distorsionar a tal punto nuestra historia para mostrar sucesos
que ni en las mismas fuentes oficiales existen y, sobre todo, que instituciones
de prestigio se presten a este evento sin conocimiento real de un suceso
ocurrido entre peruanos en plena guerra externa.