Por:
Juan Carlos Flórez Granda
jcflorezg@gmail.com
Hace unas semanas viaje por trabajo a La Paz,
Bolivia. Fue una ocasión perfecta para aprovechar de mis ratos libres en
conocer su gente, cultura y sobre todo conocer la visión boliviana sobre la
guerra de 1879, materia de mi interés.
Como primer objetivo aproveché el domingo para
visitar el Museo del Litoral Boliviano, situado en la calle Jaén. El boleto costaba
4 bolivianos para extranjeros, alrededor de S/.1.50 y da acceso a dos museos más: Metales
Preciosos y Museo de la Casa de Pedro Murillo.
El museo del litoral está muy bien logrado. Tiene una muy buena y completa colección de copias de mapas y otro de copias y transcripciones de documentos, todos conservados en marcos de madera dentro de un mueble con la finalidad que el interesado pueda sacarlos y observar su contenido. Cuenta también con una serie de fotos de Antofagasta y otras del período de la guerra con Chile. En otro de sus ambientes conserva un salón de uniformes y estandartes muy bien logrado, entre los cuales puedo destacar el de los Colorados, petos de los coraceros y una muy bien lograda colección de cerca de 300 fotos retratos de personalidades bolivianas de esa época.
Cabe rescatar de este museo la figura de
Eduardo Abaroa, héroe máximo boliviano que murió valientemente en la defensa de
Calama.
Lamentablemente no me dejaron tomar fotografías
por más gestiones que hice para ese fin, argumentando realizar un artículo para publicar y asegurándoles que no iba a utilizar
flash en mi cámara. Este tipo de muestras deberían permitir la toma de fotos
sin flash y más cuando es necesaria la difusión de este tipo de museos.
Uno de los cañones que adornaban la entrada al del museo. |
Solo me permitieron tomar fotos exteriores y
como caso especial un par de cañones tipo colonial que estaban fuera de los
ambientes internos.
Dentro de este museo resalto especialmente el
salón de armas, donde se puede ver el tipo de sistema utilizado por los
bolivianos en esa época, el fusil Máuser modelo 1871. Pero mi curiosidad por
las armas me llevó más allá y lo cuento como anécdota ya que al inclinarme para
ver si encontraba alguna inscripción en las maderas, me di con la sorpresa de
ver un Martini Henry (similar al Peabody Martini) con algunos grabados lineales
en la culata y guardamanos. Pareciéndome que también había una inscripción en
la caja de metal del arma procedí a frotar fuertemente con mi dedo esa área
dando como resultado una inscripción que rezaba: “Eduardo Abaroa”. ¿Qué hacía
el fusil de Abaroa confundido entre las armas? No lo sé y tampoco supo darme
respuesta la encargada. Ese fusil merece estar en una vitrina aparte.
Para los interesados, este Martini Henry está
casi al final de la fila de armas hacia el lado de la puerta.
Durante mi estadía en el museo vi numeroso
público, sobre todo delegaciones de jóvenes que miraban con curiosidad la
muestra del museo.
Salí del recinto una sensación de frustración
por no haber podido tomar fotos pero a la vez satisfecho de la muestra bien
lograda de este museo el cual lo recomiendo.
Monumento a la Rabona |
Seguidamente me dirigí al museo del Regimiento
Colorados, que está a unas cuadras arriba y dentro del cuartel del mismo nombre,
pero al llegar me indicaron amablemente que solo atendían a grupos grandes y
con la debida anticipación. Agradecí la información y regresé no sin antes
tomar fotografías del monumento a la Rabona boliviana.
Por todos los sondeos que hice durante mi
estadía, el pueblo boliviano tiene claro dos temas fundamentales: La figura de Eduardo
Abaroa como héroe máximo boliviano y la condición irrenunciable de un acceso soberano
al mar.
Monumento a Eduardo Abaroa en la plaza del mismo nombre |
El primer tema gira en torno al máximo héroe civil
boliviano, Eduardo Abaroa, segundo jefe del Cuerpo de Rifleros quien murió en la defensa de Calama
el 23 de marzo de 1879. 135 bolivianos mal armados resistieron el embate de
1500 chilenos, de los cuales Abaroa con 12 rifleros defendían el puente Topater
por más de dos horas. Cuando ya todos estaban ultimados, aun quedaba Abaroa de
pie, sin municiones y mal herido, y ante la intimación de rendición por parte
de los chilenos, estampó la célebre frase: “¿Rendirme?... ¡Que se rinda su
abuela, carajo!", para luego ser fulminado por 3 disparos.
El segundo tema es mucho más complejo y hay que
juzgarlo de acuerdo a la visión boliviana.
El tratado del 20 de octubre de 1904 por la cual Bolivia cedía su
litoral a Chile fue pensado sobre una falsa premisa que Bolivia podía subsistir
con una vía de ferrocarril unido a un puerto propio. En este caso Arica.
Roberto Querejazu, en su libro “Chile enemigo
de Bolivia” indica lo siguiente: “Los líderes del Partido Liberal que
concertaron el Tratado de Paz con Chile, a fin de librar a Bolivia de las
opresivas condiciones en que vivía bajo el régimen establecido por el Pacto de
Tregua, firmado 20 años antes, y que creyeron que los ferrocarriles podían
subsistir con ventaja a un puerto propio, no tardaron en darse cuenta de su
error. Desde luego, el Tratado del 20 de Octubre de 1904, al ser presentado al
Congreso para su ratificación, fue combatido acremente por muchos legisladores.
Se lo aprobó gracias a la disciplina del partido gobernante por una mayoría de
12 votos…Personajes potosinos, interpretando el sentir de muchos de sus
compatriotas lo calificaron como el tratado más desastroso para la patria, el
más lesivo a su soberanía, el más humillante, porque no era más que una venta
simulada a vil precio, que Chile pagaba con una miserable parte de los ingentes
ingresos que le producía el mismo territorio que compraba…”
Citando al mismo autor encontramos otras líneas
que pueden dar más luces al tema: “…El señor Bello Codecido (abogado chileno
N.R.) ha reconocido en un libro, cuál fue una de las ocultas intenciones de su
país al suscribir el tratado: Bolivia pasaba a ser aliada de Chile en la
solución del problema con el Perú (por hacerse de Arica punto de partida del
ferrocarril a La Paz) y los grandes intereses que se radicaban para uno y otro
país en Tacna y Arica vinculaban ese territorio indiscutiblemente y para
siempre al dominio de Chile”.
Monumento a Juan José Pérez al comienzo de la calle del mismo nombre |
El problema del entrampamiento de Bolivia y una
salida al mar al parecer fue producto de varios errores de visión de la época
que hasta el día de hoy no hay visos de solución directa alguna.
Es resaltante destacar el conocimiento genérico
a todo nivel sobre lo sucedido en la pasada guerra de 1879. Los nombres de
muchas de sus calles, y sus monumentos guardan el recuerdo vivo de sus héroes y
está presente siempre en su cultura. La hospitalidad y atenciones que recibí fueron
de primera.
Ni hablar de los paisajes en las afueras de la
ciudad con el lago Titicaca de protagonista.
Palacio Legislativo |
Catedral de La Paz |
Palacio de Gobierno |
La Paz es un sitio que todo interesado en el
estudio de la guerra del guano debe de ir para conocer de cerca la visión
boliviana. Solo espero que en un próximo viaje pueda por fin obtener vistas
fotográficas del museo y colecciones documentales.
Qué bueno es ver a un peruano tan ineteresado sobre la perspectiva boliviana de la Guerra. Lo de la inscripción del fusil es muy curioso. Él escribía su apellido con "v" (Avaroa), el cambio a Abaroa fue después de la chilenización y se ha mantenido hasta ahora. Sabía que fue enterrado, junto con sus pertenencias por los mismos chilenos en Calama. Sus restos fueron repatriados en 1951 y llegaron a La Paz junto con una urna que no se ha abierto, y que podrías ver en tu proxima visita,está en la cripta de los héroes de la Basílica de San Francisco.
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