Por: Juan Carlos Flórez Granda
En vísperas de un año más de la celebración de
la batalla de Arica, sucedido el 7 de junio de 1880, transcribo fragmentos de
textos históricos del historiador Gerardo Vargas Hurtado, sobre un hecho poco
difundido que precedió a este hecho de armas y que el texto a continuación lo
explicará con más detalle.
Buscando más documentación, agrego un
comentario del mismo historiador referente al juramento de los héroes, citado en
el drama teatral de su autoría y mismo título “El Juramento de los Héroes,
drama histórico en tres actos, un cuadro y una alegoría”, escrita en 1910 y
publicada recién en 1932, edición original que guardo en mi biblioteca
particular como un importante guión teatral escrito por una persona que ha
podido nutrirse de testigos presenciales de esta batalla, ejecutado los guiones
ajustándose a la realidad de lo sucedido llevándolo a un lenguaje teatral de
época y el haber vivido parte de las consecuencias hasta ser expulsado de Arica
junto a los demás peruanos residentes.
“…Debo a informaciones
del extinto sargento mayor, señor Fermín Federico Sosa, que desempeñó el cargo
de subprefecto de Arica hasta el 7 de junio de 1880, el relato de este
conmovedor acto, realizado en la casa que ocupó el coronel Ugarte, sita en la
calle “2 de Mayo” de este puerto, frente a la imprenta de “El Morro de Arica”.
Esta finca, que se conserva tal como entonces, pertenece a la distinguida
señora ariqueña Susana Pescetto de Mongillo…”
Vista de época del Morro y puerto de Arica. |
Incurriríamos en
omisión imperdonable si no lo consignásemos en estas páginas, mucho más cuando
tiene él puntos de similitud con aquellas escenas caballerescas medioevales de
que nos habla la historia. Por eso lo bautizamos con el título de El Juramento
de los Héroes.
El tantas veces
recordado sub prefecto Sosa nos instó alguna vez a que narrásemos en “El Morro
de Arica” – llenando así vacío de que se resiente la historia – el banquete con
el que el coronel Alfonso Ugarte obsequió a los jefes de la guarnición, en su
casa particular, sita en la calle “2 de Mayo”, hoy propiedad de la señora
Susana Pescetto de Mongillo.
A las 8 de la noche la
totalidad de aquellos rodeaban la mesa. El anfitrión y el doctor Sáenz Peña,
segundo jefe del batallón “Iquique”, hacían los honores de casa. No fue un
banquete, ni mucho menos, el con que Ugarte agasajó a sus compañeros de armas,
en vísperas del combate; fue apenas una comida de confianza. Ni podía tampoco
tener mayores proporciones, porque después de un bloqueo de cerca de un año, se
carecía de todo en Arica.
De más está decir que
el coronel Bolognesi ocupaba el asiento de honor, como así mismo que la
conversación versó sobre los preparativos que se hacían para que la defensa
resultase eficaz.
Llega la hora del
brindis y Ugarte pónese en pié para ofrecer la manifestación en frases
impregnadas en el aroma delicado de su alma. Dijo de la suerte que se deparaba
a las escasas legiones ariqueñas y del pensamiento que animaba a todos y a cada
uno en esos momentos supremos en orden a la defensa; y, desnudando su espada
gloriosa, tendióla sobre la mesa, invitando a los presente a desenvainar y
ratificar el juramento que habían prestado en la junta de guerra, de morir
antes que rendirse!
Fue escena imponente,
conmovedora; sobre la cruz de sus espadas todos repitieron el juramento
propuesto.
El subprefecto Sosa,
que se halló entre los presentes, nos decía que la emoción patriótica sacudió,
todo su ser.
Bolognesi agradeció el
agasajo y las frases pronunciadas en su elogio por el coronel Ugarte. Estuvo
inspirado al referirse a las desgracias de la patria en la dura prueba a que el
destino la había sometido.
Tanto este discurso
como el de Ugarte, fueron entusiastamente aplaudidos.También hicieron uso de la palabra el comandante La Torre, los viejos coroneles Inclán, Arias y Araguéz y Varela; cerrando el acto con llave de oro, para emplear la vieja metáfora, el comandante Sáenz Peña, que pronunció el más brillante discurso que hasta entonces se había escuchado de sus labios.
El verbo arrebatador
del noble argentino conmovió visiblemente, como en el consejo de guerra, a los circunstantes;
siendo de sentir que la historia no registre pieza oratoria de tan subidos
quilates.
Pero nosotros, como al
principio, decimos no podemos permitir que uno de los más hermosos sucedidos
históricos de los muchos que precedieron a la jornada de Arica, permanezca
ignorado.
Después de varias décadas podemos responderle
al Sr. Vargas Hurtado que esta historia sigue aún vigente en la memoria de las
generaciones del siglo XXI gracias a los alcances de la tecnología de las
comunicaciones y permanecerá así como un testimonio de gratitud hacia esas
personas que defendieron bizarramente el territorio nacional.
LO FELICITO POR EL ARTICULO, SERIA CONVENIENTE QUE DICHA CASA, SI TODAVIA EXISTE, PUDIERA SER DONADA O COMPRADA A UN PATRONATO HISTORICO, PREVIA ACUMULACION DE FONDOS, Y QUE SEA MUSEO, PARA QUE LA JUVENTUD TACNEÑA Y TODO LOS TURISTAS BEBAN DE ESA ENSEÑANZA PATRIOTICA.
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