sábado, 2 de julio de 2011

Miguel Iglesias y la Reconciliación Nacional

Por: Juan Carlos Flórez Granda (*)

 “…Más tarde hice reconocer la clase de general a Iglesias, quien se encontraba ya en Cajamarca, lugar a donde le envié los respectivos despachos con emisario especial. Muchos años después, cuando Iglesias volvió a Lima, fuimos buenos amigos. En nuestras pláticas no tocamos nunca nada relativo a Ancón…”[i] (Andrés A. Cáceres)

A propósito de la traslación de los restos del general Iglesias a la Cripta de los Héroes y los distintos pronunciamientos de algunas instituciones y medios de comunicación me llevo a preguntar si realmente tenemos la suficiente madurez y conocimiento de los hechos ocurridos durante la pasada guerra de 1879.

Mi intención no es juzgar la actuación histórica de un personaje como Miguel Iglesias sino analizar someramente el contenido de las airadas protestas, en cierta forma, injustas y con matices de preocupante intolerancia.

La palabra traidor, felón y cualquier otro calificativo, es comúnmente utilizada en historia cuando se quiere descalificar a un personaje sin base alguna. Cualquier historiador serio no lo emplearía si en este no hubieran suficientes pruebas fehacientes del hecho ocurrido. Además existe en nuestro lenguaje una riqueza de calificativos mucho más apropiados. En el caso de Iglesias, es utilizado hoy con rauda ligereza por cierto sector que se siente agredido, afectado o impotente de poder sustentar un contexto histórico, estando más preocupados o fanatizados en cuidar la imagen de otros personajes con una devoción que linda en lo religioso, por el hecho de haber tenido alguna vez rivalidad política.

En este contexto no puedo llegar a entender cómo Cáceres llegó a entablar amistad con un supuesto “traidor” o “felón”, como califican los  detractores de Iglesias. Es tan impensable como ver a respetadas personalidades actuales entablar una muy buena amistad con asesinos, espías o narcotraficantes. Eso originaría la descalificación moral de toda la sociedad hacia la persona quien entabla amistad con este tipo de gente.

Es por ello que me inclino a creer que el mismo Brujo de los Andes tuvo la tolerancia, madurez y suficiente inteligencia para respetar posiciones antagónicas y entablar una buena amistad con su otrora rival político.

El ejército peruano ha rendido innumerables honores al general Iglesias. Tengo en mi colección un retrato del general Miguel Iglesias en un calendario de los años 60’s junto a otro personajes como Grau, Castilla, Olaya, Melgar, Bolognesi y el mismo Cáceres. Sin duda como un homenaje póstumo a su vida y trayectoria. Comprobamos también que Iglesias fue Presidente Nato de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia en 1885 al igual que Andrés A. Cáceres Dorregaray en 1886. Es ejemplar cómo esta institución patriótica se mantiene al margen de las pasiones políticas y acusa un conocimiento histórico objetivo y real de cada personaje de la vida republicana.

El Morro Solar cuenta con un monumento a un Miguel Iglesias mirando hacia Chorrillos donde realmente lo defendió y no en el Morro como erróneamente nuestra historia hace énfasis, inaugurado durante la época del general Manuel Odría, siendo alcalde el historiador Evaristo San Cristobal. En una de las placas de bronce robadas hace unos años indicaba que era el “…Homenaje del Ejército del Perú y la municipalidad de Chorrillos al general Miguel Iglesias.  Valiente soldado de la Guerra del Pacífico…”

Si seguimos buscando en los archivos del Congreso de la República encontraremos que en 1928, durante el gobierno de Augusto B. Leguía se ordenó colocar en el sitio más conveniente la estatua de Miguel Iglesias con el fin de perpetuar su memoria[ii].  En 1943 se creó el distrito “Miguel Iglesias” en Celendín[iii] y en la década del sesenta, en Cajamarca un colegio militar con el nombre “Miguel Iglesias”[iv].

Es paradójico que con todos estos homenajes, monumentos, centros y lugares en memoria de Miguel Iglesias a través de nuestra vida republicana, sin contar con calles en su nombre, algunos levanten su voz de protesta tildándolo de traidor, felón y cuando calificativo existe sin más base que defender una posición políticamente apasionada, descontextualizando los hechos históricos en un tiempo referido y juzgándolo según los ojos del presente.

El Perú estaba en 1882, durante la campaña en la sierra, totalmente fraccionado. El país seguía a varios caudillos, dividiéndose las partes en Norte, Centro y Sur. La guerra interna era obvia. Unos eran partidarios de la paz, otros de continuar la guerra. Ambos pensamientos buscaban lo mejor para el país pero ese afán caudillista, egoísta o como se quiera entender, fue el detonante para que todos estos personajes no sean capaces de anteponer sus intereses personales frente a los del país y ponerse de acuerdo, arrastrando hasta hoy los mismos vicios. Seguimos echándonos la culpa entre peruanos y buscando mil excusas para justificar lo injustificable de lo ocurrido. En otras palabras no abrimos los ojos y no aprendemos de nuestro pasado. Y lo peor de todo es que en ese afán de descalificar al rival político nos remitimos a fuentes chilenas para cumplir ese objetivo con un peruano. De ahí surgen pues las desgraciadas frases políticas en plena guerra “primero los chilenos que a Piérola”. Es decir, a ese tipo de degradación llegan algunos peruanos con tal de descalificar a un rival en plena guerra.

Si me preguntaran cuál es mi opinión al respecto de Iglesias, respondería que no fue traidor.  Tampoco me parece justo que solo un grupo de oficiales sean trasladados a la Cripta de los Héroes. Tanto Iglesias, Cáceres y muchos combatientes que no están aun en este recinto han reunido y reúnen méritos suficientes por sus servicios en la defensa del Perú. Han tenido sus aciertos y desaciertos pero es totalmente injusto que se excluya de este recinto a los miles de soldados que, sin rango alguno dieron todo por el Perú. En vez de una cripta debería existir un camposanto como el cementerio estadounidense de Normandía, o el de Arlington y no estar rasgándonos las vestiduras fanatizándonos e insultando a cuanto personaje haya que no comulgue con las ideas del otro, pero a los detractores no les interesa eso.

A todo esto viene otra pregunta: ¿Los peruanos estamos preparados para una verdadera reconciliación?

El presidente electo Ollanta Humala declaró durante la entrega de sus credenciales:

"Asumiendo formalmente hoy la condición de Presidente electo de Perú, quiero reiterar el compromiso de ser el presidente de todos los peruanos y peruanas, y que mi gobierno aspira a reconciliar el país"[v]

Es de suma urgencia que en esa reconciliación también se incluya la objetividad histórica, construyendo un país de todas las sangres y no la mediocridad que aun nos polariza históricamente en una eterna lucha entre negros, blancos, mestizos, indios, chinos y cuanta combinación exista. Debemos de aceptar nuestra historia, sea buena o mala, aprendiendo de los errores y entendiendo nuestras culturas. Desde el momento que la aceptemos sin matices políticos, apasionamientos ni fanatismos y respetemos las distintas culturas que existen en nuestro país, es entonces que recién creceremos como nación unida.


(*) Director de la Sociedad de Estudios Históricos Coronel Arnaldo Panizo

 


[i] La Guerra entre el Perú y Chile 1879-1883. Extracto de las Memorias de mi vida Militar. Tomadas al dictado y recopiladas por Julio C. Guerrero. Editora Internacional. Buenos Aires 1924.
[ii] Ley No. 6075
[iii] Ley No. 9818
[iv] Ley 15550
[v] Periodista Latino.com 24 de junio del 2011. http://www.periodistadigital.com/inmigrantes/vida-cotidiana/2011/06/24/ollanta-humala-presidente-electo-peru-credenciales.shtml

8 comentarios:

  1. Una lástima que te pronuncies así. pero créeme, lo esperaba, por la pasión, repito: pasión, que has puesto dedicando buenos años de tu juventud a una causa controversial. Y reitero que es una lástima porque tus elucubraciones van en contra de decenas sino cientos de DOCUMENTOS FIDEDIGNOS, entre ellos varios del propio Cáceres, señalando que el personaje al cual encendidamente defiendes fue un TRAIDOR.
    Pero entonces decretemos el fin de la historia. Digamos a los franceses que honren a los de Vichy.
    Sucede que negar la historia, hablar de "reconciliación", sirve intereses bastante conocidos. No es tu caso, pero lo haces sin darte cuenta. Y me apena, de verdad.
    Utilizar a Cáceres "fuera de contexto", al Cáceres contemporizador, diplomático, octogenario, no está bien, estimado Juan Carlos. Y creo que solo tendrás la aprobación de pocos, entre ellos, el primero, Alan García Pérez.
    Y si haces por lo consignado en Ahumada Moreno respecto a los peruanos que tras las derrotas de enero de 1881, estando prisioneros dieron VIVAS A CHILE, peor, peor, peor.
    Has abierto una herida que ya cicatrizaba.
    Sinceramente,
    Luis Guzmán Palomino.
    Profesor de la Cantuta (ni historiador, ni militar, como alguna vez me has descrito, sin conocerme).

    ResponderEliminar
  2. Estimado Luís:
    Gracias por tus comentarios y son prueba fehaciente que gozamos de una amplia libertad para expresar nuestras ideas y opiniones.
    La intención de este articulo fue criticar la forma airada y fanatizada de tildar ligeramente a un personaje que tuvo su momento histórico. No lo defiendo ni ataco. Si lees de nuevo mi artículo verás es que un llamado a eliminar radicalmente los descalificativos por la intolerancia y fanatismo. No sé si para ti es normal tildar de traidores a las personas pero en mi formación eso se llama difamar cuando no hay un sustento contundente. No porque no estés de acuerdo que Iglesias vaya a la cripta de los héroes (yo tampoco por la forma), no vas a disparar insultos como ave herida. Y es precisamente los adjetivos del contenido de muchos pronunciamientos que dejan mucho que desear de la persona o institución que lo persigue.
    Mi artículo no analiza la actuación de Miguel Iglesias ni de Cáceres. En este critico la forma intolerante de oponerse y las paradojas que esta da, ya que Cáceres hizo buena amistad. Leguía perpetuó su memoria (rival político), Odría, el Ejército Peruano, etc. Entonces deja mucho que pensar que esta contraposición. ¿A quién creer?
    Conoces muy bien mi forma de pensar, no ando con rodeos y solo expongo lo que estudio. Tampoco sabía que habías escrito algunos pronunciamientos y no fue mi intención atacar a nadie sino criticar la forma de cómo se agrede. Con agresión se pierde objetividad y mancha las honras de las personas y sus descendientes. ¿Cuántas veces me he ganado con insultos de militares retirados cegados por su intolerancia solo por haber intervenido en alguna corrección histórica tocando a Panizo? ¿Quién invitó a ellos a meterse en conversaciones que no les correspondían? Esos insultos son producto de la intolerancia y fanatismo hacia cierto personaje digno de admirar. A mí no me doblan fácilmente. He competido por el país muchos años y sé lo que es lucharla. Viajo por todo el Perú por trochas y converso con los comuneros frecuentemente. Serán mis raíces cusqueñas o limeñas, no lo sé, pero tengo una visión general de mi país y creo que lo que adolece es esa división histórica que debe de acabar de una vez por todas.
    Lo único que esto origina es seguir divididos como peruanos. Los héroes no son santos y no son dignos de veneración sino de admiración por las acciones hechas. Desde el momento que esa admiración pasa a ser una veneración enfermiza e intolerante comienza la violencia.
    Indicas que he abierto una herida que ya cicatrizaba. Creo que la herida la abre la intolerancia y la ignorancia. Por mi parte estoy decepcionado de leer manifiestos que lindan en lo circense al puro estilo de la Santa Inquisición, muy apasionados y sobre todos lejos de la verdad.
    Espero que nuestro Presidente Humala pueda lograr un elevado nivel de análisis de nuestro pasado y por fin lograr la reconciliación de todos.

    Un fuerte abrazo,
    Juan Carlos Flórez Granda

    ResponderEliminar
  3. Es fácil juzgar a ojos del siglo XXI lo que sucedió hace más de 126 años. En mi familia hubo caceristas e iglesistas y el tema de la Guerra del Pacífico -GdP- aun causa controversias. Aplaudo la valentía del artículo, aunque no se mencione que el ejército sureño contó con una preparación de 10 años brindada por sus aliados británicos, ni que empresarios chilenos i británicos virtualmente dominaban Arica i Tarapacá a su antojo, tampoco se dice que los sureños llevaban casi cuatro años saqueando, incendiando, violando, asesinando i cobrando cupos a los pueblos peruanos. Ni que varios pueblos peruanos clamaban por la paz. Me duele haber perdido mis extremidades (Arica y Tarapacá), pero no he muerto. No estoi de acuerdo con los términos del Tratado de Ancón, pero tras años de lecturas de material histórico i de foros tampoco estoi convencido de que hubiera habido otra salida. ¿Había otras salidas? Posiblemente sí. ¿Cáceres con sus montoneras podría haber acabado con el invasor?, creo que no, sin restarle ningún mértio a sus heroicas defensas. ¿Se pudo impugnar el Tratado o el plebiscito de Arica o solicitar un arbritraje internacional para recuperar nuestros territorios? No lo sé. Espero que esta medida del gobierno de García -con el que no simpatizo- sirva para ayudar a cerrar nuestra heridas i a devolverle a los hermanos Iglesias Pino la honra que se merecen, a pesar de sus desaciertos i a pesar del caudillismo que desunió más al Perú.

    ResponderEliminar
  4. Interesante Analisis:
    ¿Qué significó el enfrentamiento de Andrés Avelino Cáceres con otro héroe de la guerra, Miguel Iglesias?
    (ntrevista ofrecida por el historiador y diplomático Hugo Pereyra Plasencia al periodista argentino Juan Cruz Castiñeiras)

    De Iglesias ya hemos hablado antes. Iglesias fue como Pétain, para hacer una comparación con la Segunda Guerra Mundial. Iglesias venía de ser un héroe en la batalla de Chorrillos. Era un líder pierolista que combatió muy heroicamente en esa acción de armas durante la defensa de Lima, donde perdió a su primogénito, Alejandro. No era un militar de carrera, sino un hacendado. Se lo recuerda porque, en el clímax de la campaña dirigida por Cáceres, dio el paso de declarar que había que hacer la paz con Chile. Según el cristal con el que miraron los contemporáneos, unos dijeron que era traición y cobardía. Otros, que era sensatez.
    Esto ocurrió en 1882. Cáceres se volvió, desde entonces, enemigo furibundo de Iglesias, a quien acusó de dividir al Perú. Cáceres obedecía por entonces al gobierno de Montero, que se encontraba en proceso de afirmar su sede de gobierno en la ciudad de Arequipa.
    Iglesias se erigió como el líder que quería hacer la paz a toda costa, como el que quería entregar Tarapacá, y no seguir combatiendo, para dar inicio a la reconstrucción. Cáceres representaba la opción de seguir combatiendo. Entonces desde ese momento, como dije, se generó una distancia feroz entre ambos. Pero yo pienso que hay que poner este conflicto en contexto. Cáceres pudo organizar, merced a sus esfuerzos, una gran resistencia en el Centro del país porque no hay que olvidar que esa región tenía una sociedad campesina más cohesionada. El Norte del Perú era más desorganizado y vulnerable, socialmente hablando. Iglesias tuvo una meritoria victoria contra los chilenos en San Pablo, pero sintió que no podía organizar una resistencia efectiva, y que lo único que iba a conseguir era la generación de represalias destructivas por parte de los chilenos. Es preciso que entendamos también su punto de vista, que provenía de un hombre –recordémoslo- que se había comportado como un héroe en la batalla de Chorrillos en 1881, lo que había motivado en su momento la admiración de los mismos enemigos chilenos.
    Cuando Cáceres fue derrotado en Huamachuco, en julio de 1883, los “bonos” políticos de Iglesias subieron enormemente. Muchos peruanos que habían sido partidarios de continuar la lucha vieron en esta terrible derrota, pese al heroísmo de los breñeros de Cáceres, la gota que colmó el vaso de la resistencia. Decidieron apoyar a Iglesias.
    Esto ocurrió entre julio y diciembre de 1883. En este último mes, Iglesias le ofreció a Cáceres aceptar el instrumento que su régimen había suscrito: el llamado Tratado de Ancón, que cedía la rica provincia de Tarapacá a Chile y le entregaba, por diez años, Tacna y Arica, hasta la realización de un plebiscito. Sin conocer todavía en detalle el tratado, Cáceres rechazó esta oferta y se declaró en rebeldía en la Sierra, diciendo que no podía pisotear “en este extraño retroceso, las cenizas de tantas víctimas augustas”. Aludía así a todos los miles de peruanos que habían caído durante las luchas entre las breñas contra las fuerzas invasoras.
    Comenzó así un estado de enfrentamiento latente. En junio de 1884, Cáceres reconoció el Tratado de Ancón como “hecho consumado”. No obstante, en agosto, cuando los chilenos subieron a sus barcos y abandonaron el Perú, estalló la guerra civil entre los partidarios de Cáceres e Iglesias. Como dije anteriormente, este conflicto concluyó con el triunfo de Cáceres a fines de 1885. Su entrada a Lima, acompañado de soldados indios que usaban quepis rojo, fue vista entonces como el inicio de una nueva época en la historia peruana.
    Tomado de: http://blog.pucp.edu.pe/blog/hpereyra/page/2
    ___
    Hugo Pereyra Plasencia es Cónsul General Adscripto del Perú en Buenos Aires

    ResponderEliminar
  5. Cuando hubo que combatir Iglesias lo hizo como el último soldado, perdió a su propio hijo en la batalla de san juan, durante la guerra puso en juego su vida, su familia y sus bienes, la diferencia esta en que el comprendió que la guerra estaba irremediablemente perdida y tuvo el valor de cargar con el peso político de tal decisión con tal de acabar la ocupación que solo hundia al país en una mayor miseria, podría Cáceres haber prolongado la guerra indefinidamente si Montero hubiese puesto a su diposición al ejército acantonado en Arequipa y obtenido talvez mejores condiciones de paz? es una posibilidad pero como bien señala Juan Carlos la rivalidad politica , el caudillismo y el egoismo de intereses escribieron también esa parte de nuestra historia.
    Humildemente discrepo con el profesor Guzman sobre el "Cáceres fuera de contexto", es hacia el final de la vida cuando el hombre puede hacer una valoración objetiva de su propia existencia y conducta pasada dejando de lado las pasiones del momento, Iglesias merece el mismo respeto que Cáceres, Bolognesi y el último tambor del ejércfito en la guerra de 1879.
    Saludos
    Mauricio

    ResponderEliminar
  6. Como descendiente de un Tarapaqueño y que peleo en dicha guerra, no estoy para nada de acuerdo de que restos de Iglesias este en la cripta de la guerra de pacífico. Mejor lo hubieran dejado donde estaba. Porque si merecía estar ahí en la cripta de lo héroes.debería haberlo estado apenas moría. No sé en que mejora ese traslado de restos al Perú. Cuando no Alan García haciendo coxudeces.





    ResponderEliminar
  7. Iglesias en la cripta de los heroes es una ofensa a los otros moradores de ese sacrosanto lugar. Cuando Caceres pierde en Huamachuco, Iglesias lo celebra con fiestas en Cajamarca. Alguien que lucho en Chorrillos y perdio a su hijo en combate no puede haber visto el fin de la guerra sin honor como una opcion, Iglesias cambio y nos cambio a todos por una paz vergonsoza que hasta el dia de hoy duele. Iglesias no deberia estar en el mismo lugar donde nuestro heroes prefirieron dejar la vida a ver la patria partida y rendida.
    Roberto Vergara

    ResponderEliminar
  8. Si en la Cripta de los Héroes, o ¿acaso no es héroe el que impide que maten a mujeres, hombres y niños peruanos?,claro él no era militar, Miguel Iglesias era un hacendado adinerado en Cajamarca que puso todo su dinero a disposición del Ejército y luchó junto a ellos por el Perú, pero como persona inteligente, sabía que había llegado el momento de hacer la Paz para evitar que el Perú se desangre.
    A veces hay que pensar un poquito antes de repetir necedades; por les guste o no será HEROE NACIONAL POR SIEMPRE................

    ResponderEliminar